By Carla A. Sarmiento Colmenares (Colombia)
Quizás entender que nuestro cerebro es quien en definitiva organiza, procesa y produce el comportamiento en la vida diaria de cualquier ser humano es lo que ha pasado a estar de moda. Pero la Neurociencia no como disciplina médica que estudia el cerebro, las neuronas, los neurotransmisores, etc. Sino la neurociencia cognitiva aplicada al día a día que resulta beneficiosa en aspectos como el marketing, como la inteligencia emocional, como coaching, como herramienta para ser más felices y más optimistas.
Era inevitable pensar que los científicos de hace miles de años le iban a dedicar mucho tiempo al estudio de ese maravilloso órgano de un kilo y medio de peso que todos llevamos en nuestras cabezas.
Y asi como a los científicos de todas las épocas les ha llamado la atención nuestro cerebro, a mi como humanista con enorme sensibilidad acerca del análisis del comportamiento humano, tambien me llamó la atención. Porque entendí, desde mi época universitaria, que había algo más allá que el conocimiento técnico. Debía existir una capacidad extra que nada tenía que ver con la inteligencia en el ejercicio de la profesión que servía como complemento para ser, en mi caso, un abogado exitoso. Y eso me llamaba la atención, unos lo tenían, otros no. Logré identificarlo desde esa época por su nombre: Inteligencia Emocional.
De pronto me encuentro con una ciencia social que me revela que efectivamente ese algo más existe y está estudiado y se llama Neurociencia Cognitiva del Comportamiento y me ha permitido entender que:
· Nuestro cerebro tiene unas características que antes nunca nadie nos dijo: que está diseñado en modo negativo, que su principal objetivo es mantenernos con vida, que no soporta la incertidumbre, ni la sorpresa, que es perezoso, que consume mucha energía, y no le gusta malgastarla en lo nuevo, sino que prefiere lo conocido para lo que ya tiene medida la energía que gasta y que aprende rápidamente.
· Estamos llenos de expectativas y que eso puede tener su lado bueno y también su lado no tan bueno. Hay que gestionar las expectativas y actuar. Controlar eso que nos produce que la expectativa que tenemos sobre algo no se cumpla. Ese sentimiento de insatisfacción que nos puede generar frustración y a la larga a la depresión.
· Esas funciones y reacciones del cerebro derivadas de nuestras expectativas y comportamientos generan sustancias en el cerebro que nos conducen a repetir acciones y que esa repetición de acciones puede a veces producirnos bienestar, pero también en otros casos producirnos adicciones o situaciones no beneficiosas para nuestro organismo. Estas sustancias pueden ser dopamina, endorfinas, cortisol.
· En definitiva, el cerebro está diseñado para protegernos y solucionar las situaciones que se le presentan a nuestro organismo. A veces dejamos de valorar sus capacidades y accedemos a mecanismos artificiales que pretenden ocupar las funciones del cerebro y éste deja de funcionar en su plenitud mientras esos otros métodos artificiales que utilizamos tratan de resolver esas dolencias o problemas que aquejan nuestro organismo: como cuando ingerimos químicos producidos en laboratorios para atender alguna dolencia del cuerpo.
· El miedo es lo que hay antes de nosotros, que realmente nosotros debemos atravesarlo y encontrarnos del otro lado. Esas inseguridades que hemos ido acumulando en el camino de la vida debemos gestionarlas y sobretodo también gestionar nuestro entorno, pues muchas de esas inseguridades son producto de lo que recibimos de los que nos rodean.
· Para tomar decisiones es necesario seguir un proceso que nunca nadie nos enseñó y nos libera de cargas y pesares. Al entender que durante toda nuestra vida, desde que despertamos cada día hasta que nos acostamos pasamos tomando decisiones, nos damos cuenta del beneficio que produce conocer ese proceso y que la claridad que tengamos en nuestros objetivos nos permitirá tomar decisiones más acertadas.
· Es fascinante entender que solamente existen dos tipos de decisiones: las utilitarias o racionales y las viscerales o emocionales, según logremos determinar el carácter de cada una como se nos van presentando tomaremos mejores decisiones y dejaremos de sufrir o juzgarnos.
Debo confesar que haber tenido acceso a un conocimiento tan sencillo como la clasificación de las decisiones ha sido liberador en cierta medida, pues ha sido una herramienta que al aplicarla a la vida diaria me ha permitido avanzar por donde paso sin engancharme, sin tratar de cambiar lo que no puedo cambiar, sin sufrir por lo que no está en mis manos, sino que depende de otros. Sencillamente dándole el manejo que a cada una le corresponde.
Por esto y muchas razones más considero que es maravilloso que la Neurociencia Cognitiva del Comportamiento esté de moda y espero que nunca deje de estarlo.