¿CONOCES DONDE ESTÁ EL SECRETO DE TU GRAN POTENCIAL?

¿Te imaginas que el 25% del gasto de una compañía o empresa no se gestionase correctamente? ¿Podríamos igualmente de la misma manera imaginar que el 25% de nuestro salario mensual no supiéramos dónde va? Desde una perspectiva matemática un 25% representa sin lugar a duda un porcentaje bastante importante sobre todo para tener en cuenta. Pues bien… os presento a vuestro cerebro. Ese órgano que tiene un peso de aproximadamente un 2% del total de la masa corporal pero que consume el 25% de toda la energía.

Se encuentra dentro de nuestro cráneo y por el simple hecho de no poder ni tocarlo ni verlo, hace que muchos de nosotros vivamos sin ser conscientes de su existencia y mucho menos que podamos entender su infinito potencial, a no ser que nos duela la cabeza y siempre hablaremos de la cabeza o que nos falle la memoria, por ejemplo.

Sin embargo, hoy podemos constatar que la mayoría de los mitos que conocemos de él son totalmente falsos y podemos de la misma manera demostrar algunas cuestiones que son de gran interés para demostrar su magnífico potencial. Veamos algunas:

Tu cerebro tiene unas 100.000 millones de neuronas, si cada una de ellas cuenta con una media de 40.000 sinapsis, la información que viaja entre neuronas tarda menos de un milisegundo (la sinapsis son determinantes a la hora de medir el potencial de tu cerebro, se podría decir que cuantas más sinapsis, mejor rendimiento le damos a nuestra vida y por supuesto a nuestro intelecto).

El cerebro no termina su desarrollo hasta los 25 años de media (en las mujeres se desarrolla en una media de 21 0 22 años), por lo que la mayoría de las decisiones de las personas con menor edad suelen ser muy emocionales ya que el neocórtex (digamos la parte racional para que se pueda entender) aún está sin terminar de fabricarse. Por eso nos cuesta conectar y entender a los adolescentes.

Tomamos unas 90.000 decisiones al día, siendo en casi su totalidad decisiones rutinarias y tenemos unos 80.000 pensamientos, siendo en un porcentaje muy elevado (más de 80%), negativos.

Escuchamos con frecuencia, incluso nos enseñan que nuestra capacidad intelectual está programada genéticamente, lo que nos hace pensar que no podemos desarrollarlo ni transformarlo, pero la realidad es totalmente diferente. A lo largo de toda nuestra vida, nuestro cerebro se desarrolla y transforma continuamente, ajustándose en cada momento y desarrollando continuos patrones. No es por tanto una cuestión de edad, si viviésemos 150 años, nuestro cerebro podría seguir creando nuevas conexiones, así que digamos adiós a la palabra “senioritis”

La cantidad de neuronas que tenemos no nos hacen tener un intelecto superior por mucho que igualmente nos lo recuerden, lo que realmente demuestra nuestro potencial es el entramado que existe entre nuestras neuronas y las sinapsis. Cuantas más conexiones haya entre ellas y más conexiones creamos, mejor funcionamiento y por supuesto mejor salud. Y estas pueden crearse con el simple hecho de aprender cosas nuevas.

La plasticidad del cerebro nos muestra una ley que a veces no juega a nuestro favor si no lo entrenamos para crear nuevas conexiones: “lo que no se usa, se pierde” y en eso el cerebro es un experto.

Nuestra capacidad de respuesta en la toma de decisiones es de 50 milisegundos menos que hace dos décadas. Puede parecer una nimiedad en términos de tiempo, pero si consideramos las 90.000 decisiones de media que tomamos al día, esta cifra es muy preocupante. Somos más lentos, y lo somos por que jugamos a defendernos, no creamos escenarios nuevos, sino que defendemos los que tenemos, aunque estos no sean de nuestro agrado. ¿Cuándo fue la última vez que arriesgaste en alguna cuestión?

Asi mismo, nuestra capacidad de atención está disminuyendo. Antes de la entrada del nuevo siglo, nuestra capacidad de atención era de unos 12 segundos. En estos momentos es de 8, para que nos hagamos una idea, la capacidad de atención de los peces de colores es de 7 segundos!!!! Y no es broma.

El estrés (según la OMS, es la segunda causa de baja laboral en el planeta en estos momentos), modifica totalmente la estructura cerebral y es un fatídico ejemplo de la plasticidad que tiene el cerebro, haciendo que la parte que retiene los recuerdos, el hipocampo, mengue o decrezca, mientras que la parte en donde convive el miedo y la ansiedad crezca, nuestra amígdala.

Cuando realizamos dietas o cuando no comemos por el simple hecho de estar o parecer estupendos, las neuronas inductoras del hambre se comen entre ellas para obtener la energía que necesitan, siendo este un hecho bastante peligroso para nuestra salud.

Así que es bueno proponerse entrenar a nuestro cerebro. Nos preocupamos más por los alimentos que ingerimos (eso está muy bien) que por cuidar a nuestro cerebro. Su alimento principal es la información y en función de cómo la percibamos, sintamos y entendamos, nos marca la diferencia entre unos y otros. Podríamos afirmar que el Talento tiene mucho que ver en como alimentamos a nuestro principal órgano.

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