yo puedo con todo

Empiezo a escribir y aun pienso si fue buena idea decir que acepto que publiquen mi blog, pero me digo a mí misma, acordate que dice Mario que hay que exponerse y es parte de afrontar mis miedos.

En mi infancia fui la niña tímida que no le gustaba hablar porque le daba pena. Luego al graduarme de la universidad, mi primer trabajo fue en servicio al cliente para una aerolínea. Había estudiado finanzas porque me gustan los números y no la gente. Para mi sorpresa ese trabajo me ayudo muchísimo y le agarre el sabor a interactuar con la gente, la pena era menos evidentemente y disfrutaba de mi trabajo.

Tenía claro que debía de moverme pues no era lo que quería como carrera y pues llego mi segundo trabajo y llegue al área de recursos humanos. No sabia nada de recursos humanos y ahí lo aprendí y ahí empecé mi carrera en recursos humanos y encontré mi pasión. Creo que si tuviera que describir en una palabra porque me apasiona diría que siento felicidad en ayudar a la gente.

Todo iba bien y en cada trabajo iba mejor, hasta que hace un año con la pandemia la empresa decidió cerrar. Eso me golpeo mucho emocionalmente, pues aparte de sentirme en mi zona de confort, era el mejor lugar donde sentía que estaba ayudando, en donde sentía que lo que hacía en realidad tenía un propósito y ayudaba, en donde todo iba para mejor. Para darles un mejor contexto, era una fábrica textil que, en Nicaragua, en términos generales son mal afamadas por no darles condiciones a sus trabajadores y para decirles la verdad cuando llegue ahí iba con ese miedo y para mi satisfacción lograr cambiar eso por un lugar en donde reciben buen trato, se les paga los justo, tienen las condiciones para trabajar dignamente, eso para mi es felicidad, poder hacer algo bueno que ayude a la gente.

Al cierre me contactaron de otra empresa textil y me fui a trabajar ahí. Lo que vi fue a lo que tanto miedo le tenía cuando decían de una fábrica textil, todas las malas prácticas posibles en recursos humanos las vi y no las podía creer aun y menos que no quisieran cambiar. Me pidieron hacer malas prácticas y no pude con eso y en menos de 2 meses ya había renunciado. Lo tenía bien claro en ese momento que no iba a renunciar a hacer las cosas bien, que tenía un propósito y que ahí no lo iba a cumplir y por nada iba a dejar mis principios y valores éticos y humanos.

Iban pasando los días y los meses y yo seguía estaba en casa buscando trabajo, pero yo buscaba el trabajo perfecto, un lugar en donde pudiera ayudar desde lo que se hacer. En estos meses me frustré, lloré, me enoje, me decepcione, me cuestione, le preguntaba una y otra vez a Dios por qué? ¿Por qué me ponía una prueba tan dura que no era capaz de afrontar? ¿Por qué a mí? ¿Acaso no había actuado conforme a su voluntad? ¿Qué había hecho mal?, etc. Y para sumarle, cuando lo conversaba con mis amigas más cercanas, esperaba encontrar empatía o palabras de ánimo, pero más bien sentía todo lo contrario.

Buscando como el tiempo se me pasara más rápido, un día decidí empezar a ir al gimnasio, pero al incrementar los casos de la pandemia, tuve que dejar de ir, pero ya tenía una meta chiquitica, que quería bajar de peso, unas cuantas libras y decidí entrenar en casa y así seguí. Después me puse como meta empezar a leer un libro por semana. Después, ya tenía también las clases del máster, después le sume una certificación y además todos los días cocinaba, pues me gusta mucho, siento que me relaja. En fin, ya tenía todo mi día ocupado y lo mejor de todo, ya me iba sintiendo mejor y aprendí a decirme todos los días YO PUEDO CON TODO, TODO! , aprendí a agradecer por todo lo que Dios me regala cada día, aprendí que lo que se y hago en recursos humanos, lo hago muy bien, que soy muy buena en esto y que es mi propósito, que esa niña tímida si fue capaz de afrontar sus miedos y convertirse en lo que es hoy.

Y adivinen qué? Después de tanto esperar, llegó el día, volví a trabajar y en la misma industria. Y ahora puedo decir que estoy aplicando lo que he aprendido en esta nueva etapa, me detengo a pensar, respiro 5 veces en un minuto para calmarme, para decir no, pienso por un momento y digo con inteligencia emocional seria de esta manera, que tengo diferentes maneras de como combatir el estrés, que hacer ejercicios me relaja también, etc.

En esta nueva etapa estoy aprendiendo a gestionar mis emociones, a dejar los pensamientos negativos, a decirme todos los días YO PUEDO CON TODO, TODO!, a valorar sí debo de quedarme con lo que viene de los demás o simplemente a descartar la basura, aprendí a no guardar rencor en mi corazón. Es hoy que entiendo que, de ese tiempo en casa, aprendí lo que yo por mi propia voluntad no lo hubiese aprendido estando en un trabajo y por eso gracias mi DIOS! Porque hoy soy una mejor versión de lo que fui hace un año.

Gema Marcela Quant 12/2021

Comparte esta historia en tus redes!!!