By Joana Otondo (Chile)
Hace algunos años cuando aprendí que existe la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones neuronales y modificar su estructura, el mundo cambió para mí y se abrió todo un abanico de posibilidades, en un principio para mejorar todas aquellas habilidades en las que me sentía fallándole a mis hijos y, luego, de a poco, para ir botando barreras en otros ámbitos. Hoy sé que los cambios pueden ser en CUALQUIER ASPECTO DE MI VIDA, lo que me ha llevado a entender que mi día a día está lleno de posibilidades de aprender y reaprender. De hecho, hoy sé que, incluso, aquellos que han sufrido alguna lesión cerebral siguen contando con un cerebro flexible y adaptable a distintas situaciones, como ejemplo de ello tengo a mi padre, quien tras sufrir varios ACV y quedar con secuelas en su lado derecho, ha aprendido a usar su lado izquierdo y, si bien, perdió gran parte de su motricidad fina, hoy sigue siendo muy independiente gracias a su capacidad de adaptarse y reaprender. Importante destacar que dependiendo de la lesión, el aprendizaje y la recuperación variarán.
Volviendo a mi experiencia, esta nueva visión de la vida, me llevó a plantearme cómo hacer para que mis hijos también vivan su vida desde esta vereda. Mientras lo averiguaba, cayeron en mis manos muchos textos que hablan sobre la sobreexposición actual de los niños a las pantallas y cómo ello puede afectar negativamente su desarrollo cognitivo, su concentración y memoria, además de influir en su comportamiento, generando un aumento en la irritabilidad y la impaciencia de los pequeños. Tras leer esto y varias otras cosas al respecto, decidí limitar el tiempo de pantalla y fomentar actividades que promuevan un desarrollo equilibrado.
Entonces, sabiendo que uno aprende y moldea su cerebro hasta el último día de su vida y que las enseñanzas vienen tanto de las experiencias positivas como de las negativas, restringimos el uso de pantallas – trabajamos la frustración que ello les produjo – y empezamos a realizar más actividades con sus juguetes o al aire libre y la creatividad se ha vuelto crucial, pues, de lo contrario, el aburrimiento es lo que se les viene.
Cuando jugamos con los peques, me preocupo de que se sientan superpoderosos entendiendo que pueden transformar y adaptar sus neuronas según sus necesidades y que, de esa manera, será más simple enfrentarse a ciertas situaciones. Siempre, eso sí, desde la conciencia de que los cambios que ellos pueden realizar son en ellos mismos y que cada individuo debe preocuparse de su propia transformación, ya que no todos estarán en su misma senda, pero que ello no los debe detener en su camino, pues las limitaciones en la voluntad de otros, es algo que está fuera de su control y por ende les debe ser indiferente.
La idea con esto es que les enseñemos de tal forma que la neuroplasticidad se vuelva algo usual en sus días, sin que siquiera deban detenerse a pensar en ello e, idealmente, pasándolo increíble en el proceso.
La neuroplasticidad en los niños se puede trabajar fomentando la exploración, las actividades físicas, contribuyendo así, también, a su salud mental, los desafíos para desarrollar el pensamiento convergente, pero también el divergente, “obligándolos” a ser creativos y a aprender a reírse de sí mismos, pues eso fomenta muchísimo la creatividad, ya que nos permite inventar de todo sin importar que, en un comienzo, quizá, les den vergüenza sus ideas. Es importante siempre consolidar su confianza en ellos y sus capacidades. Comentarles que no importa que comentan errores, siempre y cuando no generen daño a otros, pues tienen la habilidad de reaprender en una situación similar y, apelando a lo ya sabido, tomar otro camino que les brinde un resultado más satisfactorio y una enseñanza positiva.
En resumen, saber sobre la neuroplasticidad ha hecho que mi vida tenga otro color y sabor. Saber que puedo ser mejor cada día y mejorar mi bienestar y el de mi familia, llevando a mis hijos a vivir de esta manera, me invita a desafiarnos preguntándonos cada mañana: ¿Peques, y hoy aceptamos el desafío de construir nuevos puentes?