Entre la razón y la emoción

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Daniela Castro Rodríguez

Tomamos decisiones cada segundo de nuestro día, a veces pueden ser decisiones importantes que cambien o afecten el curso de nuestra vida, o la vida de alguien más, o pueden ser decisiones tan cotidianas que ni siquiera nos damos cuenta de que las tomamos, como qué desayunar.

Sin embargo, debemos entrenar a nuestro cerebro para estar consciente de que tipo de decisión debo de tomar, pensar si debería tomar una decisión con la razón y la lógica o con el corazón y la emoción. Además, también debo analizar si tengo toda la información que necesito, cuanta incertidumbre tengo o si estoy suponiendo con respecto a alguna situación. Al final, es probable que la decisión que tome esté basada en mis experiencias pasadas, en como es mi personalidad y si me he afrontado a una decisión o alguna situación similar antes.

Mi cerebro diría yo que es demasiado racional. La mayoría de las decisiones las tomo en un análisis lógico, evaluando cuales son los pros y contras, cual seria el efecto de una u otra decisión, cual es la probabilidad de que exista una mejor decisión y como reaccionaran los demás ante ella, para así también poder preparar una respuesta anticipada. Algunos dirán que es un don, mas a veces puede que sea una pesadilla. Ya que, muchas veces dependiendo de la complejidad del problema, la falta de información e incluso algún sesgo, puede que la frustración acabe con la racionalidad al no obtener una decisión que satisfaga el resultado perfecto que buscamos. Aun así, en este mundo de decisiones apresuradas, en el ámbito profesional, se dice que se debe tomar las decisiones con no más del 70% de la información, si esperamos a tener un mayor porcentaje, puede que ya sea muy tarde. Es entonces, que de cierta forma siempre terminamos escuchando el “instinto” de ese momento. Puede que a pesar de intentar tomar una decisión estructurada e intentando optimizar los resultados, se obtenga un resultado que al fin no considero el bienestar emocional a largo plazo, o que a nivel personal no es la que mas me satisface.  

¿Entonces, debería escuchar más el corazón? Las emociones juegan un papel indispensable en cómo se evalúan las opciones, como nos sentimos con respecto a una u otra decisión y como se priorizan las necesidades personales. Puede que, dependiendo del problema, no valga la pena perder mucho tiempo racionalizando cual es la mejor decisión, sino solamente escuchar el corazón y decidir cual opción me haría mas feliz. Aun así, las decisiones emocionales, debemos tomar nuestro tiempo para estar seguros de que lo que estoy decidiendo no está afectado por algún miedo, estrés o una ilusión.

Al final, siempre debemos tener un balance entre la razón y la emoción. La razón puede evaluar objetivamente las consecuencias de nuestras decisiones, mientras que la razón nos puede guiar hacia que importa mas para mí, en un nivel mas profundo que la lógica. Si logramos incluir los dos, podríamos poder tomar una decisión más completa, una decisión mas sabia tanto para nuestra mente como para nuestro corazón.

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