Diana Castro Herrera
En el cerebro ocurre un proceso que determina nuestra manera de actuar y la forma en la cual nos enfrentamos a ciertas circunstancias, es la toma de decisiones y puede resultar complejo para el cerebro al estar diseñado en modo negativo y es por ello que evita en lo posible el gasto de energía en cualquier situación y promueve el orientarse hacia una práctica que le resulte conocida y fácil de replicar por experiencias pasadas. Ante esto existe una excelente noticia, todos tenemos la capacidad de ejercitar nuestro cerebro para contribuir a la toma de decisiones y lograr que sea un proceso cada vez más simple y sencillo, restándole la intensidad otorgada de ser algo desafiante, acá encontrarás en tres pasos el método para hacerlo posible.
Es cierto que existen cuestiones que afectan la toma de decisiones y una de ellas es la incertidumbre, ya que el cerebro exige trabajar conociendo el todo de cada situación, para tomar decisiones más acertadas, es por ello que prefiere rellenar en los casos en donde no tiene conocimiento de algún aspecto que compone el todo de la situación.
Como primer paso para ejercitar el cerebro en la toma de decisiones es importante saber que en el día a día tomamos decisiones que se enmarcan en dos tipos, las de tipo emocional, que son aquellas que cuentan con mayor número de opciones, se enfocan en defender los principios y nos hacen actuar teniendo en cuenta su naturaleza y no las consecuencias; y las de tipo racional, que son aquellas que no cuentan con tantas opciones, persiguen el bien común y se enfocan en una premisa moral, ambas decisiones deberán tener una justificación relativa a su tipo, es decir encontrarse en la misma ubicación, para evitar arrepentimientos o conflictos internos a futuro.
Una vez se confirme el tipo de decisión un segundo paso se concentra en evaluar el conocido Umbral Ok, es decir, reconocer el punto de equilibrio entre lo que deseo mejorar y el esfuerzo que eso requiere, una pregunta que resulta determinante para orientar este paso es: ¿Hasta dónde quiero llegar?, puede ser que solo esperas alcanzar un primer nivel, es allí donde se requiere de esfuerzo, en un siguiente nivel se adhiere una velocidad en su práctica, en un tercer nivel se alcanza la estabilidad, ya no mejoramos, y en un último nivel que es de confort se alcanza una respuesta metódica y existe beneficio de lo aprendido.
Como último y tercer paso para ejercitar el cerebro, es importante evaluar si el aspecto a decidir se encuentra bajo nuestro control. Si no está bajo nuestro control es una situación indiferente que podría ser preferible o no preferible en cada caso y exigirá o un refuerzo o alejarnos respectivamente.
Igualmente será necesario nutrir cada uno de estos tres pasos con conocimiento, ya sea con lectura o estudio de temáticas asociadas al alcance de la decisión a tomar, también resulta provechoso para el cerebro socializar y promover escenarios para estirarse, relajarse y descansar, con lo cual nuestro cerebro se preparará de manera sana y activa hacia la determinación de decisiones relevantes y pertinentes para nuestro crecimiento integral.